En ocasiones, no es necesario embarcarse hacia otros mundos para naufragar en el territorio de lo fantástico. Basta con la presencia de una grieta que crece, hambrienta, en lo alto del dormitorio; con la determinación de un conductor que inicia un exótico exilio interior; con el desamparo que acarrea la pérdida de tu propia sombra; con el estéril empeño por regresar al lugar que ha quedado atrapado en una foto o con el alboroto mental que genera la llegada del primer hijo.
Los personajes que conforman las diferentes historias de Al fondo hay ruido asisten, perplejos, a la intromisión de lo inexplicable en la realidad. La súbita irrupción de lo fantástico y la aparición de los terrores cotidianos hilvanan el tejido de una serie de relatos donde lo que se calla es tan importante como lo que se dice, poniendo de manifiesto que, a veces, el silencio es el más poderoso de todos los ruidos.