El autor, en clave de humor negro, nos presenta un grupo de personajes inmersos en la mediocridad, cuando no en la marginalidad, que acaban siendo peones de un destino torticero que se empeña en torcer sus esperanzas y buenos deseos. Víctor Ramírez imprime una marca personal en su intento lúdico por conseguir una lengua corpulenta, fuertemente evocadora, capaz de alcanzar a los campos semánticos menos obvios.