Aunque concebido fundamentalmente como una guía de viaje, hay momentos en que roza el lirismo impresionista. Escrita con un estilo que trasciende el meramente informativo y se acerca al diario personal, la autora adereza el texto con anécdotas, impresiones personales, el panegírico y la imprescindible pincelada de humor británico. Así, el texto de Nicholas inaugura un nuevo estilo de escritura a la hora de informar sobre las ventajas y bondades turísticas del Archipiélago que será profusamente imitado a partir de entonces por las guías turísticas. Quizá lo más impactante del libro para el lector actual sea percibir el carácter eminentemente rural de la Canarias de hace poco más de cincuenta años; sorprende igualmente su ½clarividencia+ a la hora de evaluar el futuro turístico de la Islas. Su sensibilidad, aunada a un fino olfato turístico, le hace preferir los paisajes áridos y desérticos de Fuerteventura y Lanzarote o del sur de las Islas. Ese conmoverse ante el vacío apunta hacia una nueva sensibilidad frente al paisaje, pues los viajeros victorianos siempre prefirieron la zona norte de las Islas, donde el clima resultaba más templado, a las ardientes llanuras del sur con sus campos yermos.