Jess es una excelente nadadora y su abuelo, su más firme admirador. Ahora, casi moribundo, el anciano se niega a acudir al hospital y exige regresar al espacio mítico de su juventud, en donde algo lo reclama. Allí desea pintar su último cuadro, "El chico del río". En ese lugar misterioso, Jess conoce a un enigmático y solitario muchacho que le proporcionará distintas claves para ayudar al abuelo y, a la vez, le planteará un reto personal.