"Todo lo bueno de mi vida ha durado poco", es la conclusión a la que llega el protagonista de esta historia ambientada en las postrimerías de los difíciles años 40. No se trata de la crónica de una ciudad -Gerona- "triste, gris y pueblerina", o la de uno de sus barrios más pobres, sino el retrto psicológico de un tiempo y al exaltación de unos valores que marcan el paso de la niñez a la adolescencia y la entrada en la edad adulta: la amistad, la lealtad y la solidaridad, hoy devaluados ; y cómo las severas privaciones a que se ve sometido el protagonista , derivadas de una compleja coyuntura familiar compuesta por una abuela paterna tan tirana como huraña.