Abandonó Brasil sin apenas caché entre sus compatriotas, aterrizó en Portugal como uno más de los muchos sudamericanos que buscan ganarse la vida en el Viejo Continente y entró en el fútbol español por la puerta de atrás. Pero su talento y su particular perseverancia han propiciado que hoy hablemos de él como uno de los mejores delanteros del planeta.