Familias que no educan, facultades y oposiciones que no preparan ni seleccionan correctamente a los docentes, profesores que han renunciado a ser exigentes y transmitir conocimientos, directores que toleran comportamientos incívicos en sus institutos, ins- pectores convertidos en meros burócratas, la invasión de una pedagogía más ideológica que científica, una normativa "buenista" que ha abandonado toda exigencia y una clase política que legisla teniendo como horizonte sus objetivos partidistas antes que el desa-rrollo cultural del país y una verdadera igualdad de oportunidades basada en el mérito y el esfuerzo. El evidente declive de la educación pública española durante los últimos veinticinco años se ha fraguado sobre la dimisión de facto de todos y cada uno de los responsables del sistema educativo.
