Durante su estancia en Tenerife, entre 1824 y 1835, desarrolló una interesante labor de la que son conocidos sus aspectos artísticos y de beneficencia. Aquí se estudia el proceso eclesiástico al que fuera sometido a causa del enérgico exhorto que dirigió a sus feligreses en 1820, editado en Madrid en 1822 por vez primera, y se reproduce uno de los informes acerca de este valioso documento histórico.