LAS IDEAS TIENEN CONSECUENCIAS

LAS IDEAS TIENEN CONSECUENCIAS

-5%
21,15 €
20,09 €
IVA incluido
NO DISPONIBLE
Editorial:
CIUDADELA LIBROS
Año de edición:
Materia
Filosofia
ISBN:
978-84-96836-30-3
Páginas:
224
Encuadernación:
Rústica
Colección:
VARIAS
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Primera edición en España de un clásico absoluto de la ciencia política contemporánea. Las ideas tienen consecuencias es el libro que prendió la mecha de la Revolución Conservadora en acabó llevando a Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos. Solo otros dos libros: La mentalidad conservadora, de Russell Kirk y Camino de servidumbre, de F. Hayek han influido tanto como Las ideas tienen consecuencias en la política americana de los últimos cincuenta años. Uno de los mejores diagnósticos que se han escrito sobre los males que acechan a Occidente, y una crítica lúcida y sin concesiones a la Modernidad. En algunos capítulos, Weaver realiza una síntesis y un juicio magistral sobre los últimos seis siglos de la historia filosófica, literaria y artística de la Civilización Occidental. En este libro que ha devenido en clásico, Richard M. Weaver diagnostica las enfermedades de nuestra época y nos ofrece un remedio realista. Las catástrofes de nuestro tiempo son el resultado, no de la necesidad, sino de decisiones poco sabias. Una cura, sostiene, es posible; subyace en el correcto uso de la razón humana, en la renovada aceptación de la realidad, y en el reconocimiento de que las ideas -como las acciones- tienen consecuencias. "Este libro profundamente poético no solo inició el renacimiento de la filosofía conservadora en los Estados Unidos, sino que, en este proceso, nos proporcionó las claves para entender las enfermedades que acosaban a la comunidad nacional; claves de entendimiento que son tan actuales hoy en día como cuando fueron publicadas por primera vez. Las ideas tienen consecuencias es uno de los pocos auténticos clásicos en la tradición política americana". Robert Nisbet. "He aquí un libro más sobre la disolución de Occidente. Mi intención al escribirlo era alcanzar dos objetivos poco habituales en la cada vez más abundante literatura sobre el tema. En primer lugar, analizar dicho declive, no basándome en la analogía sino en la deducción. Quien esto escribe considera que le mundo es inteligible y los hombres son libres, y que las consecuencias que actualmente nos abruman no son fruto de una necesidad biológica o de cualquier otra índole, sino de decisiones que no han sido dictadas por la inteligencia. En segundo lugar, tengo la osadía de proponer, si no una solución general, al menos sí un atisbo de solución, desde la convicción de que los análisis científicos no valen nada cuando van acomp