Unen a los personajes principales, con su carga simbólica, ciertos lazos de sangre extendidos a lo largo de distintas épocas. Pero lo que realmente tienen en común es el deseo de huir del ambiente opresivo de este lugar y de los demonios insulares, en definitiva, que destruyen a los que caen en la tentación de regresar. No importa que no quede nada de lo que fue; puede recorrerse con la memoria cuantas veces deseemos, pues José A. Alemán ha conseguido fijar un pasillo imaginario por el que los barcos van y vienen de Puerto Escondido sin salirse jamás de él