UNA MUERTE sombría nos acecha.
Y sin embargo creemos en los días azules y aún nos
sorprende el sabor del agua.
Hemos visto como desciende la luz y se incorpora
ante los ojos con la desgana de un suave declive.
En las mañanas frías brotamos al unísono y atamos
la memoria a los días que nos negaron cobijo.
La vida nos regala ficciones para que vibren como
golpes de piedra en las horas vacías.
Nos despertamos enlazados en la noche más alta
y en la estancia resuena la ternura.
Y nos embriaga la música más honda, temerosos e
insomnes, cuando al morir el día nos percatamos
de la oscura finalidad de la tristeza.
(Bernardo Chevilly. "Ofrenda del nombre")