Der Erlkönig (J.W.Goethe) inspira la primera parte del poemario. Es el mundo aún lleno de
indicios y de presentimientos. Sin embargo, la segunda parte nos pone ante un amanecer que no acaba de llegar, una luz que no disipa nues- tros miedos y tampoco ayuda a dis- tinguirlos, un viaje que no consigue emprenderse. En algún momento de nuestra historia, hemos roto el vínculo que anudaba los signos y los significados, y desde entonces nos rodea la melancolía en el umbral un mundo desconocido e inexplorable.