Pero además del tema político y social, del análisis feroz de las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial, surge una trama tensa en la que todo se desmiente a sí mismo, no hay descanso, hasta que el final despeja alguna duda, o tal vez ahí comienza de nuevo el laberinto. El punto se desborda deja una impresión de asfixia, como si nos encerraran en un lugar del que ya nunca conseguiremos salir, o al menos escaparemos distintos e incompletos. Una novela para no olvidarse de que existe otro mundo, pero se encuentra en éste.