a un niño le regalaron un soldadito de plomo que, De pronto, se puso a hablar por los codos. «¡Qué plomo de soldadito!», pensó. Y aunque lo abandonó, el soldadito siguió charlando y charlando...
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información