Treinta años de esclavitud y cuatro en la Casa Blanca (Entre bastidores) de Elizabeth Keckley es un libro extraordinario por dos razones principales: por la trascendencia de los hechos que relata, sucedidos en un momento crucial de la historia norteamericana del siglo xix, y por la novedad de la voz narrativa que los cuenta, una mujer que se proclama en la página misma del título ½esclava en el pasado, pero desde hace unos años modista y amiga de la señora de Abraham Lincoln+. Publicado en abril de 1868, es decir, tres años después del asesinato de Lincoln, el volumen se propone desvelar información confidencial sobre la realidad de la familia del presidente más famoso de la historia de los Estados Unidos. Sin embargo, el libro de Keckley se proyecta en múltiples campos, puesto que, a la vez que una autobiografía de la propia autora, la exesclava Elizabeth Keckley, es una biografía aparentemente reparadora de la dañada reputación de Mary Todd Lincoln, una memoria de la Guerra Civil desde el centro neurálgico de la Casa Blanca, y una biografía de la vida privada y familiar del presidente Lincoln dentro de ese espacio doméstico y político. Ahora bien, la novedad e importancia de la obra radica más que en el momento histórico en el que se sitúa y en los personajes de los que habla, en el de que quién cuenta la historia, puesto que Keckley, una negra exesclava, se encontraba por razones de raza y de género política y socialmente excluida del propio discurso que utiliza. No es extraño, pues, que la recepción del libro fuese negativa y que la autora acabase siendo censurada tanto por blancos como por afroamericanos.