Poeta vitalista, sarcástico y sumamente divertido, la poesía de Dalton es -como él- encarnizada, audaz y pendenciera (½honda y jodona+, la llamó Eduardo Galeano). Desenfadados, mordaces en extremo, comprometidos contra todo descanso con la suerte del pueblo y con aquellos que malviven en las cunetas de la Historia, sus poemas llevan tatuados por todas sus partes el dolor de Centroamérica y el sueño posible de una Revolución que haría de él, de Dalton, un ½poeta mártir+ cuya obra sigue siendo inasimililable por los sectores sociales más inmovilistas de Centroamérica. Alzado contra la suerte que después lo convirtiera, en 1998, ½Poeta Meritísimo+ de la Asamblea Legislativa de su propio país, Dalton no dejaría de preguntar ½a los poetas de aterradores bigotes, a los académicos polvorientos, y a los nuevos escritores asalariados+: ½+Para qué debe servir / la poesía revolucionaria? / +Para hacer poetas / o para hacer la revolución?+
