WEIMAR

1925. Berlín. Los funerales del canciller de la República de Weimar son impresionantes. La multitud se agolpa en la plaza. Un treintañero Adolf Hitler, recién liberado de prisión, también participa, pero es el único que da la espalda al cortejo fúnebre. La figura de Adolf Hitler, líder del Consejo Nacional del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, comúnmente conocido como Partido Nazi, y futuro Führer, es la sombra omnipresente, protagonista invisible, de los acontecimientos relacionados con Jan Karta, brillante investigador privado en una Europa que apenas ha pasado la Primera Guerra Mundial. En la primera historia se ve al joven detective implicado en la investigación confidencial de una traición que resultará parte de una trama mucho más vasta y compleja, destinada a satisfacer los primeros intentos del Gobierno de incumplir el Tratado de Versalles, impuesto a la Alemania derrotada en la gran guerra. Unos años más tarde un hombre herido cae en medio de la noche en la puerta de la casa del detective y, después de pronunciar algunas palabras inconexas, muere. Es el comienzo de una investig