El albur, la casualidad, el descuido se meten en medio de las finísimas tramas de las cosas, enderezándolas o torciéndolas y en eso está la gracia de la condición humana. Porque, ¿qué sería de la vida si los hechos estuvieran regulados, ordenados y cuadriculados? Todo perdería espontaneidad y lo que tiene el vivir de aventura. ¿Qué fue, entonces, si no, lo que hizo que Irmina se decidiera a hablar con Evelio sobre el propósito de abandonarlo?